Sangre menstrual ¿Súper fertilizante?

 

En los tiempos de matriarcado, regar la sangre directo al suelo era algo normal y hasta necesario. Parte del ciclo natural de la mujer, la menstruación era parte importante y sin tabúes sociales. Al contrario, se reconocía su poder como líquido sustentador de la vida. Y una de esas formas que se han perdido, es regresarlo a la tierra.

Existen historias de que los sacrificios humanos y de sangre comenzaron a partir del comienzo de la era patriarcal. Esto porque a las mujeres se les prohibió hacer sus ritos de fertilización a la tierra, en los que danzaban por los campos con faldas largas y anchas y así regaban de manera natural los huertos.

Cierto o no, la verdad es que químicamente la tierra se alimenta muy bien de la sangre por su alto contenido de hierro, lo cual ayuda a plantas con clorosis (hortensias, camelias, rosales, etc). Usando la copa menstrual es muy sencillo recolectarla, y después diluirla en medio litro a un litro de agua fría para regar. Además contiene gran cantidad de células madre, por lo que hay quienes las usan para aclarar y dar brillo al cabello o inclusive como tratamiento facial. Cabe aclarar que el olor no es para nada parecido al desagradable de los tampax o toallas femeninas. En el campo artístico, en la Ciudad de México se presentó hace poco una muestra de arte menstrual.

Trascender los límites simbólicos aprendidos, y romper con paradigmas es importante y sobretodo quitarle el peso vergonzoso que se ha creado en sociedades modernas. Y aquí vale la pena citar a la escritora Kate Millet “Existen considerables evidencias de que las molestias que las mujeres sufren durante su período a menudo es probable que sean psicosomáticas más que fisiológicas, culturales más que biológicas, en su origen“. Es hora de darle su lugar a estas prácticas milenarias, y redimir el poder de los ciclos naturales femeninos.

 
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