Aprende que no es no y deja de insistir.
Resulta natural que cuando escuchamos la palabra “no” automáticamente nos vienen sentimientos de que algo negativo sucede. Y experimentamos emociones como el rechazo, el abandono y la no aceptación, que invaden nuestra mente y corazón de forma inmediata; entonces nos volvemos seres en actitud defensiva y cerramos nuestra mente, corazón y cuerpo.
Paradójicamente, decir “no” puede ser muy sano. Un “no” puede convertirse en una forma de honrar nuestro cuerpo y nuestro ser en su totalidad. Y es que, muchas veces nos sentimos mal al decir “no” y es porque desconocemos que podemos utilizar diferentes formas de decir “no” y hacerlo con respeto.
Veamos:
Cuando digas “no” usa un tono de voz que exprese que eso a lo que le dices “no”, no es tu deseo. Hazlo sin expresar miedo o en un tono que evite producir estrés en la otra persona.
Puedes dar una alternativa al “no”. Digamos, por ejemplo: si tu pareja quiere hacer el amor y ese no es tu deseo, puedes decirle en este momento quieres simplemente abrazarse por un largo rato en la cama.
Decir “no” o escuchar un “no”, no significa rechazo o abandono; recuerda que la persona sólo está tomando responsabilidad de sus deseos.
Se vale decir “no”, si el deseo de la otra persona no está alineado con tu corazón y tus emociones.
El decir “no” es una forma de honrar tus limitaciones. Si no te sientes cómodo o el deseo del otro u otros trasciende tus límites, todos tenemos la libertad de no hacer lo que no queremos.
Toma en cuenta que todos tenemos deseos, deseos que nacen desde el corazón y deseos que vienen desde el ego. ¿Cómo darnos cuenta de nuestros verdaderos deseos y su real origen? Piensa: el deseo verdadero no sólo te beneficia a ti sino que tiene que beneficiar a los demás.
Honra a tu cuerpo, tu mente, tus emociones y recuerda que si tú te respetas los demás harán lo mismo por ti. Di “no” si ese es tu deseo verdadero.