¿Qué hay del amor propio en el sexo?

 

El sexo se ha convertido en una carrera en la que existen las comparaciones y donde el ego se ha desarrollado sobremanera, queriendo ser el mejor, el experto que usa las mejores técnicas, con la meta de llegar siempre al orgasmo y darle el suyo a su pareja.

Compararnos en el sexo es un mal que hemos creado y que sólo ha causado sufrimiento. Las conversaciones sobre él, en las que se aluden tamaños, movimientos y detalles innecesarios, nos hacen creer que el sexo sólo es bueno bajo ciertas condiciones y se comienza a juzgar al acto como si fuera un deporte: ¿quién dura más?, ¿cuántos orgasmos?, ¿es bueno o malo?, ¿lo tiene chico o grande? El sexo no se juzga ni se compara; es un acto del momento, un fluir de emociones y sensaciones sin tiempo y sin espacio, sin metas ni expectativas. Es el acto físico que nos da la oportunidad de estar presentes y simplemente ser. Es importante que comiences a verlo con respeto y como algo verdaderamente único que te acercará cada día más a tu verdad.

Hay tantos métodos, libros, expertos y técnicas, que podríamos clavarnos tratando de aplicar lo que aprende el intelecto, logrando convertir el sexo en un acto mental y de estrategias, dejando a un lado la importancia de nuestra sabiduría, la que nos lleva a la espontaneidad, a vivir el momento y a experimentar un sexo cósmico.

No trates de apantallar a tu pareja con súper técnicas; dejarán de ser importantes porque lo que más se aprecia es la entrega total y la energía de la persona. Confía en tus instintos naturales para alcanzar y vivir una buena relación sexual y toma tu conocimiento como una herramienta de apoyo. Es como cocinar: aprendes las técnicas y las recetas, pero a la hora de preparar los platillos, te guías por la intuición y vas fluyendo creando el sazón y la vida, que es lo que hace único a ese platillo que preparaste.

Cambia tu enfoque, viéndolo como un acto de sensualidad y placer y no como una meta. Disfruta cada momento, sigue tu corazón, y al verdadero experto, que es ese ser lleno de luz que se vuelve vulnerable, amoroso y presente con su pareja. El mejor sexo se da cuando tu mente no está involucrada.

Acéptate como eres. Lo que no aceptamos no lo podemos transformar, y la vida es una transformación constante y un interminable camino de aprendizaje.

La misma vida nos exige transformarnos. En cada momento que comenzamos a sentirnos cómodos y tranquilos, surge alguna situación que se convierte en un reto y que nos obliga a enfrentar nuestros miedos, situaciones no resueltas o que creíamos superadas.

Lo más sencillo en la vida sería quedarnos en la zona de confort, sin problemas ni conflictos. Por ejemplo, en una casa donde todo es familiar, ya sabemos dónde encontrar cada cosa; la conocemos tan bien, que si apagaran la luz podríamos movernos con facilidad sin chocar con ningún objeto o mueble, lo que nos proporciona tranquilidad y seguridad. Pero si algo llegara a aburrirnos, se puede modificar un poco, y sin grandes riesgos lograríamos un cambio.

¿Qué pasa, por ejemplo, cuando te mudas de casa o te hospedas en un hotel? Te sientes tan incómodo de no estar en un lugar familiar, que muchas ocasiones no puedes dormir bien e, incluso, pasan días sin que puedas evacuar por desconocer el baño.

La transformación y el crecimiento como personas no es fácil; para aprender tenemos que salir de esa casa que nos es familiar y experimentar situaciones desconocidas y conocer a personas diferentes, para recibir nuevas lecciones y aprender aspectos de uno mismo que no conocíamos.

Crecer duele, dejar ir cuesta, aprender requiere esfuerzo y llevarlo a la práctica es difícil.

Por eso, lo más fácil es pretender mantenernos en la zona en la que pasamos el tiempo tranquilamente, pero al quedarte ahí te pierdes del maravilloso privilegio de aprender.

KV