Cómo aumentar tu libido.

¿Te encuentras sin ganas? ¿Sientes que tu deseo sexual ha disminuido recientemente o es constantemente bajo? No te preocupes, son millones de personas que sienten lo mismo. Y se ha vuelto común por muchas razones en estos tiempos. Recordando que el líbido tiene sus subidas y bajadas naturales, hay mucho que podemos hacer para aumentar ese deseo y regresar a la cama con un nuevo fuego encendido. 

Aunque hay muchas vías, nos enfocaremos en las naturales y seguras, en las que tenemos el poder de cambiar a través de hábitos sanos nuestro deseo sexual. Para eso hay que considerar que los factores son físicos, mentales y emocionales.

Comencemos por lo físico. En primera instancia, la alimentación juega un rol crucial. Una dieta poco nutritiva, cargada de refinados como azúcar, harina y sal pueden tener un impacto en la salud en general y por lo tanto en la producción de libido. Una dieta rica en frutas y verduras mantiene en buen estado al sistema hormonal. La vitamina C aumenta el flujo sanguíneo y puede apoyar por tanto a llevar mayor irrigación a la zona pélvica y genital. Esta y otras vitaminas esenciales las encontramos en el limón, el kiwi, y se comúnmente se recomienda junto a los higos, plátanos, y aguacates, así como brócoli, tomate, melón, papaya, piña, y espinaca. Todos estos curiosamente tienen la característica de formas sexuales. El consumo de alimentos ricos en fenilalanina, precursor de algunos neurotransmisores ayuda mucho, tal es el caso del cacao puro o chocolate oscuro, uno de los afrodisíacos más famosos. Hierbas medicinales como el ginkgo biloba, y otras como la albahaca y el ajo, pueden ser útiles. Si te gusta tomar, te recomendamos nunca más de una copa, preferentemente de vino tinto. Mayor a esa cantidad, puede afectar la circulación y el rendimiento sexual.

En el campo mental, es conocido desde hace muchos años el impacto del estrés en el rendimiento sexual y en el líbido. A mayor estrés, menor interés por intimidad, y menor la capacidad de llevar a cabo el acto de forma natural y muchos apasionada. Para ello, la meditación es sumamente valiosa. La simple práctica de respirar profunda y conscientemente relaja el cuerpo, pasando de una respuesta simpática a parasimpática. En términos sencillos, es pasar del “huir o pelear” a “relajar y disfrutar”, llevando energía corporal a las áreas digestivas y reproductivas, es decir, lo que nos hace sobrevivir a largo plazo y no a corto plazo. El estrés nos mantiene en una tensión constante que no permite desarrollar áreas del goce que de otra manera podríamos disfrutar.

En cuanto a hábitos cotidianos, la toma de sol y el sueño reparador son vitales. La vitamina D es esencial para la regulación hormonal y hasta emocional. Tomar una dosis de sol al día mantiene la salud y muchos procesos corporales básicos. En caso de producir vitamina D por algún problema de salud, podría ser necesario consumirla como D3. Al hablar del sueño notamos que todos los mecanismos de restablecimiento corporal dependen de un buen dormir. Mientras mejor descansemos, mejor nuestra líbido.

Por último es super importante atender el mundo emocional. Mi autoestima y la forma en que me amo determina mi deseo sexual. Cuando te sientes bien en tu propio cuerpo y existe una autoaceptación, tus niveles hormonales son más estables. Si hay una frustración constante en la relación, o ésta enfrenta desafíos fuertes, difícilmente el cuerpo puede enfocarse en generar placer. Resolver heridas emocionales así como conflictos con tu pareja puede despertar nuevamente un deseo sexual dormido.

En general, el cuidado desde todas las perspectivas apoya a un bienestar total que va acompañado de una sexualidad sana y expansiva. Así que ámate, relájate, descansa, nútrete bien y goza.

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