¡No te pases! Los límites del amor
Déjate querer”, dijo él; “déjate ayudar”…
Y me comprendí, sí, así tal cual suena. Vi pasar ante mis ojos la forma en la que he conducido mi manera de relacionarme en pareja.
La forma en la que mi educación me ha llevado a convertirme en una súper mujer, en una gran mujer, una admirable mujer; no hay margen de error, no hay espacio para fracasos, titubeos o tribulaciones. Hay que funcionar.
Entendí entonces la cosa esa de los límites del amor y me sorprendió el planteamiento con el que me topé.
Me pareció entender que dichos límites no solo empiezan en el momento en que defino aquellas líneas que no puedes cruzar; sino, que viene sobre todo en esta generación (particularmente hablando de los jóvenes) en el caso de la mujer: ¿qué puedo dejar que hagas por mi?; ¿qué tanto puedo dejarte ser un caballero y yo ser una dama?.
¿Hasta qué punto me permito necesitarte para que estés ahí para mi?, para ayudarme, sostenerme y darme valor cuando lo necesito.
¿Hasta donde tú estás para compartir tus miedos, tus inquietudes, tus temores?
¿Hasta donde me permito mostrarte que de pronto soy débil, que me canso de demostrarte a ti y al mundo lo chingona que puedo ser, capaz de ocuparme de cambiar un foco, una llanta ponchada y arreglármelas en el corralón cuando la grúa se lleva mi coche?.
¿Hasta qué punto te dejo saber que me encanta que abras la puerta del coche para que yo baje, que cargues las bolsas del súper, que pases por mí al otro lado de la ciudad y me ayudes a cargar la mochila del gym?.
¿Qué valoro cuando estoy triste? sentir tu abrazo, que me regales esa seguridad de que todo va a estar bien y así, en tus brazos, pueda llorar, derrumbarme y seguir siendo buena, valiosa, valiente.
¿Hasta donde tú, me permites conocer tus miedos, tus angustias económicas, las de trabajo, las de la responsabilidad de ser el soporte de familia; de la incertidumbre laboral, la de ser el proveedor, tu miedo a amar, al compromiso, a derrumbarte, a abrir tu corazón?
¿Hasta dónde te digo lo mucho que te necesito, y tu que me necesitas a mi?
¿Hasta qué punto el hombre y la mujer de hoy, entienden esa necesidad de ser reconocidos como pareja?
Para mí, a partir de esto es que se empiezan a establecer los límites del amor; primero, no te limito a que sepas lo que quiero, lo que necesito de ti, lo que busco y lo que sueño; no me limites a conocer lo mismo.
De esta forma sabremos lo que nos duele, nos lastima; y así, no habrá límite negativo que queramos establecer, porque te conozco, te sé y jamás querremos vernos lastimados.
Namaste.
Ada Carrillo