Cultiva tu inteligencia emocional
Desde pequeños muchos nos han dicho la frase “Ya no llores…No te enojes…No te quejes…” o “ya no” a cualquier tipo de arranque emocional. Significaba que te callaras y que no mostraras emoción alguna. ¿Qué hacíamos? Nos guardábamos lo que fuera que sintiéramos.
Al paso del tiempo, esto va creando una coraza y una incapacidad para lidiar con las emociones. La mayoría no sabe qué hacer con ellas porque muchas veces les dijeron que estaba mal expresarlas. Acaban por suprimirlas y embotellarlas en su cuerpo, hasta que en más de una ocasión explotaron de forma poco saludable, para ellos mismos y otros. Le acaban gritando al vecino o a la pareja, en una tristeza constante, o en el peor de los casos, violentándose a sí mismos o a un ser querido. El caso es que no supieron sacarlas cuando necesitaban.
Hay otros casos en los que no miden sus reacciones emotivas, y hacen todo un show porque sienten algo y “tienen que” expresarlo sin importar las consecuencias. Ambos casos pueden ser desastrosos para las relaciones interpersonales. Hay maneras de comunicar lo que sentimos, sin perjudicar y sin guardárnoslo.
¿Qué tan diferente sería sentir la emoción, vivirla, respirar, y expresarla sin hacer daño? Permítete que esta emoción pase por tu cuerpo libremente, y después decir “Esto me causa enojo, no estoy de acuerdo, me entristece ver esto”. Es como dejar salir el aire de un globo lentamente, en vez de acumularlo adentro o explotarlo. Hay un largo camino en la inteligencia emocional, y un primer paso puede ser simplemente hablar lo que sentimos.
Lidiar con la ira.
¿Has sentido ganas de gritar, aventar algo, o golpear a alguien? No te preocupes ni te sientas mal, es un síntoma muy común cuando el fuego se ha acumulado y no se ha liberado, y es saludable hacerlo, solo asegúrate no lastimar a nadie.
Al popularizar las meditaciones dinámicas, Osho se centró mucho en “destapar” los traumas y lo oculto en las personas. En la cultura occidental hay una gran represión a emociones y es necesario hablarlas y dejarlas ir. Pero ¿Qué pasa cuando es tanto el impulso que es incontrolable? Entonces es necesario que explote.
Cuando aún está latente este fuego, puedes encerrarte en un coche, en un cuarto, o irte a la naturaleza. Ahí, permite que esa emoción brote, sin forzar, y expúlsala, ya sea golpeando un objeto como cojín o almohada, o gritando a todo pulmón, o sacudiendo tu cuerpo lo más fuerte posible sin lastimarte. Esta es una práctica muy común en las meditaciones dinámicas y en técnicas transpersonales, y se puede hacer en grupo si es necesario para animarte.
Ya sea que la emoción sea reciente y viva, o que la desentierres del subconsciente, este ejercicio te hará sentir una ligereza impresionante. Lo importante es dejar que el fuego excesivo salga si no tienes otra manera de canalizarlo, como a través de una sexualidad sana o de vivir con pasión todo lo que haces.