No cojo si no tomo.
Una de nuestras hormonas de la sexualidad es la dopamina, que activa nuestro centro de recompensa y nuestra sensación de satisfacción. El alcohol crea actividad en esta hormona y es una forma artificial de obtenerla. Es por eso que no es fácil tomarnos solamente una copa; nuestro cerebro nos sigue pidiendo más, ya que la dopamina creada a través de estimulantes, nuca es suficiente.
Esta hormona, al ser activada con el alcohol, crea más de lo que realmente necesitamos. La dopamina nos hace sentir felices, desinhibidos y nuestro deseo sexual se vuelve más fuerte porque queremos la recompensa, que suele ser el sexo.
Cuando tomamos y tenemos sexo pasan dos cosas: obtenemos la recompensa que es el sexo, nos sentimos felices en el momento, pero después sentimos un vacío. Si no tuvimos sexo, surgen sentimientos de rechazo, ansiedad o frustración. Todas estas emociones surgen porque nuestros niveles de dopamina bajaron más de lo normal y nuestro cerebro manda la señal de que queremos la recompensa.
Cuando consumimos alcohol esa dopamina sube su nivel pero no a su completa activación, es por eso que queremos seguir bebiendo o tener sexo.
La dopamina es la hormona que nos hace sentir atracción, tener pasión y deseo por tener sexo con otra persona. El sexo sin alcohol activa esta hormona en su nivel natural dejándonos satisfechos y sin crudas morales o sentimientos de vacío. Así que ya sabes, alcohol y sexo igual a cruda, sexo en sobriedad dopamina pura.