La sexualidad como herramienta espiritual

La reacción al tema del sexo en Latinoamérica despierta un efecto  eléctrico en la gente y no es de sorprenderse que  la energía sexual nos altere con simples estímulos verbales, visuales o físicos. Podemos estar en cualquier contexto en plena distracción, pero si nos encontramos a alguien que encontramos sumamente atractivo/a, nuestro nivel de energía es impulsado de repente. Esa intensificación energética representa la activación de nuestro dantian (nuestro centro de energía justo por debajo del ombligo, el ethos del chi).

La energía sexual pura es tan inestable y explosiva como la dinamita. Puede transportarnos a sublimar estados de felicidad y alegría, o arrojarnos a un vortex obscuro de angustia y depravación. La naturaleza volátil y salvaje de la energía sexual convenció a algunas de las tradiciones religiosas en visualizarla como un impedimento para el desarrollo espiritual, y hasta cierto punto esta creencia aún continúa perpetuando en la imaginación popular debido a la confusión, la incomprensión y el dolor que la intimidad sexual puede causar.

Nadie cuestiona la relación entre la espiritualidad y el amor o la espiritualidad y la sabiduría. Pero el vínculo entre la espiritualidad y la sexualidad es más difícil de entender.

Desde la perspectiva de Qigong, sin embargo, la idea de que la sexualidad y la espiritualidad son la antítesis es un error, porque la energía sexual constituye uno de los pilares de la felicidad. Si alguna vez esperamos asegurar la felicidad duradera en una relación amorosa, debemos sanar nuestras distorsiones sobre la sexualidad socialmente condicionadas. Hay que borrar la línea invisible que dibujamos en nuestras mentes en torno a nuestros genitales. En esencia, debemos espiritualizar el sexo.

Pero ¿cómo podemos redimir la sexualidad y elevarla a la condición espiritual que se merece? ¿Cómo conciliar el reino del sexo con el reino del espíritu cuando el placer sexual es a menudo responsable de tanta vergüenza, culpa y dolor? Un lugar para comenzar la búsqueda de una respuesta a estas preguntas radica en la identificación de las diferencias fundamentales, aparentemente irreconciliables entre la sexualidad masculina y femenina. Esas diferencias se hacen evidentes con rapidez en la cama.

Esterotípicamente, la energía sexual masculina se enciende, sube y se agota rápidamente, como un fósforo, mientras que la energía sexual femenina se reduce lentamente y permanece cintilante durante mucho tiempo, como una luz de bengala. Estos diferentes tempos son una fuente de vergüenza para los hombres que llegan al clímax demasiado rápido y frustración para las mujeres que pueden no llegar al clímax en absoluto. Este problema se ve agravado por el hecho notorio de que cuando se activa la energía sexual masculina, los hombres a menudo se vuelven emocionalmente inaccesibles, y el otro hecho notorio que la experiencia sexual de la mujer es a menudo cargada de sentimentalismo con el que los hombres normalmente no se pueden identificar.

Obviamente, no podemos alterar nuestros instintos sexuales primarios. Lo que podemos hacer, sin embargo, es utilizar la práctica espiritual para superar las limitaciones impuestas por la naturaleza en nuestra sexualidad. De hecho, podemos transformar el desfase inherente entre la sexualidad masculina y femenina en una oportunidad increíble para el crecimiento espiritual.

Empecemos por considerar la forma en que el Qigong puede ayudar a un hombre a aprovechar su energía sexual. Cuando se despierta la energía sexual masculina, se intensifica a nivel local alrededor de los genitales y fluye rápidamente fuera del cuerpo. Ese es el patrón natural de la energía sexual masculina. Pero los hombres pueden aprender a revertir ese flujo y dirigir su esencia sexual hacia arriba, hacia el centro de energía situado al nivel del corazón, el Dantian Medio. Al hacerlo, un hombre logra dos objetivos. En primer lugar, disminuye la urgencia de eyacular, y en segundo lugar, como la energía sexual se eleva a su corazón, la pasión se confunde con el amor y la ternura. Un hombre que domine esta habilidad es capaz de prolongar el acto indefinidamente y profundizar su conexión emocional durante el acto sexual.

Cuando se excita la energía sexual femenina, es natural que fluya hacia dentro y hacia arriba desde los genitales hacia el corazón. La estimulación de los pechos activa aún más el centro de energía en situado a nivel del corazón y refuerza una respuesta emocional. A diferencia de los hombres, las mujeres no necesitan practicar Qigong para integrar su vitalidad sexual con su amor. Estas cualidades se mezclan de forma natural, y en este sentido, la sexualidad femenina es inherentemente más integrada.

Pero a través de la práctica espiritual tanto las mujeres como los hombres pueden aprender a integrar su energía sexual para igualar los niveles más altos. La vitalidad sexual puede ser dirigida hacia arriba desde el corazón a la parte superior de la cabeza, donde se impregna con la calidad de lo  sagrado. Y a partir de ahí, la vitalidad sexual puede circular a través del Meridiano Central (el canal de energía que unifica los tres centros principales de energía – la dantyanes) en el cielo, donde se experimenta como el éxtasis celestial.

La sexualidad que se centra en los genitales y en el centro de energía por debajo del ombligo, el Bajo Dantian, corresponde al sexo autómata instintivo. La sexualidad que integra la vitalidad sexual del Dantian Bajo con la energía centrada en el corazón de la Dantian Medio corresponde al intenso amor. La sexualidad que integra los tres dantyanes corresponde al amor sagrado dichoso. Y la sexualidad que integra  los tres dantyanes y el Meridiano Central corresponde al éxtasis cósmico.

Así como el Qigong, existen diferentes técnicas para poner en práctica la integración de los polos femenino y masculino. De tal forma que la sexualidad pueda alejarse de los constructos instintivos y elevarlo a nivel holístico-corporal. Tal es el caso con el Kamaflight que pronto llegará a México.

EnergíaBen Malik